Hace una semana, Arialdo Mosquera notó que la tierra se estremecia a sus pies; su casa incluso se agrietó. "La isla, la isla, la isla", oyó Arialdo que gritaban en las viviendas vecinas. El susto por el temblor se combinó con un sentimiento de alegría, solo equiparable al que sintieron hace siete años. Y es que es un fenómeno ciclico, que se repite con puntualidad suiza. Es la llegada de la isla fantasma.
El hecho tiene lugar en la zona de Damaquiel, en Colombia, y se repite cada siete años. La pequeña isla, aun sin nombre, emerge a unos 200 metros de las casas de Damaquiel, un lugar donde viven unas 3.000 personas.
El islote desprende un fuerte olor a azufre, y presenta una gran cantidad de barro, que es utilizado por los visitantes para embadurnarse, pues se ha extendido la creencia de que posee propiedades curativas. Ademas, con la aparicion de la isla quedan a flote una pequeñas piedras parecidas al oro, que la gente se lleva de recuerdo o para elaborar artesanías, según afirma el secretario de Educación de San Juan de Urabá.
De la misma forma repentina que emerge, también desaparece. Su duración a la vista es más o menos de un mes, y segun los lugareños es un simbolo de prosperidad futura. Lo cierto es que durante esos días se multiplican las visitas de de visitantes y curiosos que no se quieren perder el acontecimiento.
Si quieren verla, tendran que darse prisa, porque en menos de un mes la isla volvera a desaparecer... y tendra que esperar otros siete años.
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